miércoles, 8 de abril de 2009

Adriana Melgarejo

“No todos tienen el orgullo de llamarse héroes; no todos tienen el orgullo de tener uno en la familia…”
Nombre: Héctor Gustavo Flores Hernández.
Edad: 40 años ( por desgracia ni uno mas)
Estatura: 1.87 mts; 90 kgs.
Profesión: rescatista, paramédico, buzo, HÉROE, etc.
Último cargo: Jefe del Depto de Protección Civil de Villa Victoria.

Dejen les cuento: Héctor vivió una vida aparentemente común: casado, padre de 3 hijos, responsable y trabajador; súper deportista (practico fútbol americano, básquetbol, atletismo, natación, pesas y todo lo que se pudiera); pero sobre todo tenía un sentido de ayuda al prójimo como pocos.
Desde niño le atrajeron los deportes extremos, mismos que pudo desarrollar en sus mas de 17 años de escultismo (fue boy scout). Aprendió rapel, escalada en roca, alta montaña; practicó el río de superficie y el subterráneo, espeleología (gruta), el buceo, entre otros. Actividades que más adelante las pondría al servicio de las personas.
Cuando era adolescente, ingresó como voluntario en la Cruz Roja Mexicana de Cuautitlán Izcalli, ciudad a la que llegó cuando era niño.
En el terremoto de 1985, junto con el grupo scout al que pertenecía, realizo maniobras de rescate y ayuda a damnificados
De joven quería ser médico, pero un tropezón en la escuela lo hace virar hacia otro rumbo desoyendo su verdadera vocación, la cual sería retomada más adelante, aunque algo tardía. Estudió ingeniería industrial misma que no terminó porque ahí no estaba su misión. Ya para entonces casado y con su primer hijo deserta del politécnico, solicitando una baja temporal, la cual se convirtió en permanente.
Trabajó en múltiples lugares, fue instructor de natación, salvavidas, electricista automotriz, empleado, capacitador, jefe de proyectos, ufff; y aunque en todos era dedicado y responsable había algo que no terminaba de complementarlo. El afán de ayudar siempre estaba presente, lo mismo a propios que a extraños. él era la típica persona que se detenía a arreglar un desperfecto en un auto ajeno, a cambiar una llanta ponchada cuando el conductor (normalmente mujer) no podía hacerlo y no se diga cuando ocurría un accidente, él se bajaba a proporcionarle los primeros auxilios a los heridos mientras llegaban los servicios de urgencia.
Por azares del destino, en 1997, Héctor llegó a radicar a Villa Victoria con su familia, en ese entonces conformada por su esposa y dos de sus hijos: Iván de 6 años y Aldo de 1año. La vida trascurrió de manera normal, sin más cambio que el nacimiento de su tercer retoño en 1999: Paulina.
Era muy conocido entre los amiguitos de sus hijos quienes lo miraban hacia arriba y le decían “Don Héctor”. Él siempre les enseñaba cosas y los curaba cuando se lastimaban, ya que el trabajó en la tienda escolar de la escuela.
Trascurría el año 2006 y es aquí donde se empieza a escribir la historia del héroe que quiero presentarles. Era principios de mayo, para ser más exacto, el día 9, Héctor recibe un llamado del entonces presidente municipal de Villa Victoria, quién a inicios de su administración le había ofrecido a Héctor se hiciera cargo de una ambulancia que le habían donado al ayuntamiento, pero no es sino hasta esa fecha que cumple su promesa de empleo y lo nombra Director de Protección Civil del Municipio de Villa Victoria, un puesto bastante rimbombante pero al mismo tiempo tan carente de recursos que daba risa. Sin embargo esto no aminoró en lo más mínimo el ánimo de Héctor, quién contaba con una unidad bastante recorrida, sin material, ni equipo y con sólo 1 elemento a su cargo. Su figura empezó a ser notada, recorriendo la carretera atendiendo a los heridos, su equipo: cajas de cartón para hacer férulas, vendas enrolladas entre si para hacer collarines, una tabla que acondicionó como camilla, una bolsa de plástico como “traumapack” (maletín), llena de vendas, gasas y uno que otro material de curación producto de donaciones solicitadas a farmacias y particulares, pero sobre todo un espíritu férreo y una consideración al dolor ajeno como nadie. Los servicios de urgencias encontraron en él un apoyo a su labor como no se había dado antes. Así “Fénix” (su clave), hizo honor a su nombre; símbolo de esperanza.
Con el tiempo las condiciones de trabajo, equipo y personal cambiaron, el Departamento de P.C fue realmente conformado, gracias al empeño y al entusiasmo de Héctor, y empezaron a brindar todos los servicios; lo mismo apagando incendios, derribando árboles apunto de caerse, combatir enjambres de abejas, rescatar a personas ahogadas en la laguna, proporcionar asistencia en los desastres naturales, dar asistencia pre hospitalaria etc.
Es en uno de estos tantos servicios que la historia de “mi héroe” llega a su fin…
Los hechos:
Lunes 2 de marzo de 2009,un día como cualquier otro para Héctor y su familia, 9:00 a.m rumbo a su trabajo, 2:20 p.m,(aprox) se activa el llamado de auxilio de acuerdo al Convenio De Ayuda Entre Municipios.
El encargado de activarlo: el municipio de San José del Rincón.
Emergencia: 4 personas atrapadas en un túnel que ellos mismos cavaron.
Acuden al llamado Cruz Roja de Atlacomulco, Protección Civil de Villa Victoria, con Héctor al frente de esta última.
4:53 p.m. Héctor llama a su esposa para informarle no ira a comer, después de relatarle que descendió y encontró a las 4 personas muertas y que se iniciaran las maniobras de rescate…
6:30 p.m Héctor desciende junto con otros dos rescatistas, para intentar sacar los cuerpos.
7:30 p.m uno de los rescatistas sale casi desmayándose, no sin antes referir que los otros dos se han desvanecido y no han podido salir.
7:32 p.m intentan hacer algo por rescatarlos pero no hay equipo, el último oxigeno se lo llevaron ellos…
Martes 3 de marzo; 02:45 a.m, el cuerpo sin vida de Héctor es rescatado del túnel…
“No hay amor más grande, que aquel que da la vida por sus semejantes” eso reza un versículo en la Biblia, y Héctor junto con Rafael González Guzmán (rescatista de la Cruz Roja de Atlacomulco, otro héroe con historia propia) lo demostraron hasta el límite.
Una pregunta quedó en el aire: ¿por qué arriesgarse por alguien que ya no tenía vida?…
La respuesta es simple, para ese tipo de personas la dignidad humana no se pierde ni aún con la muerte, para Héctor y Rafa ellos seguían siendo personas, aún cuando para muchos de nosotros esto no tenga sentido.

Atte Familia Flores Melgarejo (Adriana, Iván, Aldo y Pao)

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